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El arte de la luz convierte a Quito en caleidoscopio de imágenes y movimiento

Quito, 8 ago (EFE).– El arte de la policromía ha convertido al centro colonial de la capital ecuatoriana en un caleidoscopio de imágenes en movimiento, durante el “Festival de la Luz” que se ha inaugurado hoy y que ha pintado con luces de colores varios de sus más emblemáticos edificios patrimoniales.

Se trata del tercer Festival que organiza el Municipio de Quito, en el marco del programa denominado “Verano de las Artes”, y cuya atracción principal es el esplendoroso espectáculo de colores y sonidos con los que se adornan varias iglesias y otros sitios de la ciudad.

El alcalde de Quito, Mauricio Rodas, inauguró la megaexposición al aire libre, que estará abierta al público en las noches hasta el próximo domingo.

El espectáculo ya se ha posicionado en el acervo cultural de los quiteños, pero también se ha convertido en un imán para el turismo nacional y extranjero.

Según el alcalde, se espera que en esta edición visiten el centro colonial de Quito más de 2,2 millones de personas y se genere una dinámica económica por unos 17 millones de dólares.

La inauguración ha sido sublime, en las paredes de la iglesia de San Francisco, junto a la plazoleta del mismo nombre que ha sido testigo histórico de disputas políticas y sociales, pero que ahora ha atestiguado el fulgurante sonido de la luz.

Ahí el artista francés Laurent Langlois ha convertido a la fachada del convento en un lienzo con los paisajes de Quito entre nubes y cóndores, para dar paso a un resplandeciente sol Inca y a la historia de Cantuña, aquel albañil que pactó con el diablo la construcción de la iglesia y al que burló con la picardía de su ingenio, según cuenta una leyenda.

La presentación inaugural, de casi diez minutos, ha concluido con un destello de fuegos de artificio sobre las torres de la iglesia, que han envuelto de encanto la plaza y maravillado a los miles de visitantes.

“Hermoso” y “grandioso” fueron las palabras más escuchadas entre los curiosos.

En Santo Domingo, una plaza ubicada a unas cuatro cuadras, las paredes de la iglesia del mismo nombre evocaron las maravillas naturales de varias regiones de la patria, especialmente de los Andes y la Amazonía, pero también de los pueblos indígenas y las distintas culturas del país.

A pocas cuadras de allí, en la Catedral Metropolitana, junto al Palacio de Gobierno, el artista e iluminador Yves Moreux mostró un caleidoscopio de colores y sonidos con los que mostró a Quito como ciudad cosmopolita.

Obras como “El brillo de las sombras”, de Daniel Knipper, en la iglesia de La Compañía; las “Fuerzas en equilibrio”, del artista ecuatoriano Miguel Murgueytio, o “Las huellas del pasado”, de Edison Díaz y Alejandro Hallo, forman parte de la colección de obras de luz del festival quiteño.

También hay esculturas (en tres dimensiones) como las “Manos de luz”, de Geovanny Verdezoto, en la Plaza Chica; o las “Polillas”, de Belén Mena, en la tradicional calle de La Guaragua; y el “Ayni de Luz”, de Felipe Jácome y Daniel Espinosa.

Pero no sólo ese tipo de arte está presente en estos días en Quito, pues entre los cientos de miles de personas que recorren el centro colonial también pululan personajes vestidos de “cosplay”, que emulan a héroes de historietas y que ofrecen retratos por dinero, a un dólar la “selfie”.

Además, un ejército de vendedores ambulantes acompañan el recorrido de los miles de transeúntes.

Y es que son setenta manzanas del centro histórico de Quito las que están involucradas con la “Fiesta de la luz”, según comentó a Efe Alfonso Espinosa, portavoz de la Secretaría de Cultura del Ayuntamiento capitalino.

Sin duda, dijo, el hermanamiento de Quito con la ciudad francesa de Lyon “ha hecho posible este espectáculo”, ya que es en esa ciudad francesa donde se realiza el mayor festival de este tipo en el mundo, según recordó.

“Este año tenemos dieciocho obras participantes y doce de los proyectos son de artistas ecuatorianos”, agregó Espinosa tras insistir en que “la experiencia de los franceses sigue siendo un gran aporte para la ciudad”.

Este festival, apuntó, “se ha vuelto un atractivo local y regional”, pues dijo que en Lima y en Bogotá algunos operadores turísticos ofrecen “paquetes para la Fiesta de la luz en Quito”.

Y es que este tipo de espectáculos “activa, enamora, seduce y prende a la gente”, apostilló Espinosa tras señalar que la edición del festival de 2018 coincide con la celebración de los 40 años que la ciudad fue declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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