Por Ernesto I. Garibay Mora
Los recientes ataques terroristas en distintas partes del mundo, perpetrados y atribuidos al Estado Islámico, hay que verlos desde una perspectiva histórica no muy lejana…la llamada Primavera Árabe, donde en un ataque multinacional encabezado por Estados Unidos, derrocaron a gobiernos árabes pretendidamente dictatoriales y con armamento nuclear, nunca se pudo comprobar esto último, y sí por el contrario detonaron la brutal destrucción de ciudades y la muerte de miles de personas; por extensión beneficiaron a los grupos radicales islámicos que al no ser contenidos por los supuestos dictadores y sus ejércitos, florecieron con armamento estadounidense…hoy hay consecuencias por la miope visión de un gobierno que se asume como líder y policía mundial.
Bajo el mismo esquema de un intento de dominio mundial, el inepto y absurdo Donald Trump, se encuentra a tan sólo una decisión personal de provocar una Guerra Mundial de consecuencias inimaginables, Corea del Norte ya advirtió que está dispuesta a un enfrentamiento total, no sólo contra Estados Unidos, sino con todo aquel que sea su aliado en una guerra donde nadie ganaría.
El simple hecho de haber enviado barcos de guerra a las cercanías de Corea del Norte, significa un reto y una provocación hacia un líder igual de absurdo que Trump, pero no sólo eso, el apoyo de China y Japón a una sinrazón estadounidense, crea un ambiente tenso y preocupante para el mundo entero. Estados Unidos no es la policía del mundo, y los organismos internacionales deben aplicar todo el esfuerzo diplomático para evitar un enfrentamiento brutal.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, debe transformarse para evitar que las decisiones trascendentes las tomen las naciones inamovibles como Rusia, China y Estados Unidos…es tiempo de una verdadera y objetiva pacificación de las regiones en conflicto y de aquellas que se asumen como líderes mundiales.
Por otro lado, en el contexto mexicano, toda actividad política tiene un trasfondo, un entrelineado en los discursos, pero sobre todo una disciplina partidista, así ha sido, es y será; por ello en las detenciones prácticamente simultáneas de los exgobernadores Tomás Yarrington y Javier Duarte no debe haber extrañeza de ninguna especie toda vez que los tiempos se cumplen cuando son necesarios para mantener el poder.
Ambos exgobernadores, surgidos de las filas del PRI, no son la excepción, sino la regla; es histórico el comportamiento nefasto y abusivo de la mayoría de funcionarios que surgen de las estructuras de ese organismo partidista (pero también de otros).
Causalmente las detenciones se realizaron cuando el gobierno mexicano enfrenta una crisis de credibilidad a poco más de un año para las elecciones presidenciales en México, y en plena campaña para elegir gobernador del Estado de México, un baluarte priista de suma importancia para las elecciones presidenciales del 2018.
Considero que, por lo menos en el caso de Javier Duarte, su ubicación y detención era sólo cuestión del momento político preciso…se ha dado para garantizar el triunfo del PRI en el Estado de México y con ello un importante avance para el proceso electoral presidencial del próximo año…cuestión de política a la mexicana.