November 30, 2016
Denunciantes sin hogar
Por Sharon McElhone
Yuliya Stepanova y su esposo, Vitaly, un ruso exfuncionario antidopaje, denunció un programa de dopaje generalizado antes de los Juegos Olímpicos de 2016, en Río de Janeiro. Ahora Yuliya y su esposo viven en un lugar secreto aquí en los Estados Unidos. Ella tampoco fue permitida competir en los juegos de Río, negado por el Comité Olímpico Internacional (COI).
Edward Snowden sonó el silbato sobre un programa de vigilancia global dirigido por la NSA y los Cinco Ojos de la Alianza de Inteligencia, en completa cooperación de compañías de telecomunicación. Después que descubrió el programa secreto, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos le impuso dos cargos de espionaje y lo acusó de robo de propiedad. En 2013, él voló a Rusia, y permanece allí viviendo en una ubicación secreta hasta este día.
La ironía no debe ignorarse. El gobierno de Estados Unidos dio santuario seguro los rusos Yuliya y Vitaly Stepanova, protegiéndolos de un contragolpe. Al mismo tiempo, el gobierno ruso ofrece santuario seguro a Edward Snowden porque enfrenta acusaciones de espionaje del gobierno estadounidense.
Ninguno, Stepanovas o Edward Snowden, tiene un hogar porque los denunciantes viven en algún lugar en la oscuridad, separados del activismo y de retroalimentación informativa. La mayoría de los estadounidenses entienden el valor de la retroalimentación informativa, así como el activismo para realizar cambios y correcciones dentro del sistema y la sociedad. Sin embargo, las denuncias de irregularidades (interna o externa), permanece en la actualidad en otro nivel, incluso cuando refleja los actos del activismo y la retroalimentación. Colocarlos unidos en una categoría puede ser el siguiente paso para los estadounidenses, familiarizados con los códigos de silencio y mirando hacia otro lado ante lo que sabemos es incorrecto.
Represalias contra los denunciantes es real, incluso en los niveles más altos. Mi padre no fue un denunciante; sin embargo, in 1978 tuvo una rápida mirada de lo que ocurre con algunos empleados después que informan de actividades equivocadas. Él trabajó en un programa de misiles para la Marina de Guerra y más tarde desarrolló sistemas de satélite para la Agencia Espacial Europea. En un incidente, él habló cuando un contratista que no era estadounidense y que trabajaba para la Agencia Europea trató de vender un producto defectuoso al gobierno de Estados Unidos. Su empleador dio la espalda y activamente procuró quitarlo de su trabajo, después que el contratista se quejó. “No te defienden. Están preparados y te dejan sufrir la derrota”, comentó durante una conversación telefónica.
Es poco sorprendente que los órganos rectores como el Comité Olímpico Internacional, la Oficina de Consejo Especial y la Corte de Apelaciones, entre otros, también fallan demasiadas veces para apoyar a quienes se acerquen a denunciar irregularidades. Por ejemplo, la tarea principal de la Oficina de Consejo Especial (OSC) es defender el sistema de méritos por la protección de los empleados federales en represalia por las denuncias. Pero desde el año 2000, la Junta de Protección del Sistema de Mérito que decide sus casos ha gobernado a favor de los denunciantes solamente 3 veces, en 56 casos. Además, la Corte de Apelaciones del Circuito Federal, que es la única corte para los casos de denuncia que ha gobernado para denunciantes ha fallado en sólo 2 de los 203 casos, a favor de los denunciantes. En definitiva, nuestra cultura no invierte suficiente tiempo en encontrar las respuestas para cambiar el entorno para que sea menos antagónico para los denunciantes.
Algunos han ofrecido hacerlo. Un comunicado de prensa publicado el año pasado en la página de internet del senador Chuck Grassley de Iowa anunció la aparición de un Cónclave de Protección de Denunciantes para concientizar de la necesidad de proteger a los empleados de represalias. En 1988, la Senadora Barbara Boxer presentó la ley original del Acta de Protección de Denunciantes y el 15 de junio de 2016 se unió a un grupo bipartidista que aprobó nuevas disposiciones para “fortalecer la protección de militares denunciantes de irregularidades, incluidos sobrevivientes de agresión sexual…”, según un comunicado de prensa en el sitio web de la Senadora Boxer.
La eficacia de estas disposiciones entra en juego cuando un empleado federal como Snowden está viviendo en Rusia y el gobierno de los Estados Unidos está a la espera de su extradición por cargos de espionaje. No se lo invitó a casa como unexpleado y contratista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de Estados Unidos, quien se acercó para denunciar irregularidades. Se trata de un fugitivo a la espera de ser juzgado por su país. América aún no tiene una imagen clara y porque el temor y la compasión son las variables que cambian en la ecuación de cuánta protección debe recibir una denuncia, el denunciante permanece sin protección real. El Sistema de Méritos y el Tribunal de Apelaciones precedente plantea la cuestión de si la protección de denunciantes vendrá de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba, si un movimiento popular dará lugar a un cambio en la conciencia estadounidense en lugar del imperio de la tierra.
La existencia de líneas anónimas de información sugiere que es parte de la naturaleza humana que la gente pueda tomar represalias y todos tenemos esta comprensión innata y/o personas que saben que no hay suficiente protección para ellos. La Ley de Protección de Denunciantes, que se encuentra en Wikipedia, declara que “una agencia federal viola la Ley de Protección de Denunciantes de irregularidades, si las autoridades de la agencia toman (o amenazan con tomar) medidas de represalia personal contra cualquier empleado o solicitante, debido a la divulgación de información por parte ellos. Los denunciantes pueden presentar quejas que creen razonable evidencia de violación de una ley, regla o reglamento, mala administración, mal uso de fondos; abuso de autoridad; o un peligro sustancial y específico para la seguridad o salud pública.”
La revelación de Edward Snowden de un programa secreto de vigilancia del público, me parece, que eran pruebas razonables del fracaso de un sistema de proteger la privacidad de la gente americana y expuso un abuso de autoridad. Por tanto, es difícil para mí entender los cargos que él enfrenta, que sería una violación de la Ley de Protección de Denunciantes de 1989. Hasta ahora nuestros órganos de gobierno han demostrado una capacidad de debilitar o fortalecer la protección de denunciantes al seleccionar qué verdades son aceptables para revelar y cuáles no, y qué incoherencia debilita la seguridad general de nuestro país y la sociedad y crea incertidumbre para los estadounidenses. En la víspera de un florecimiento del “bro-mance” entre Vladimir Putin y el recién elegido Presidente Donald Trump, los norteamericanos deben continuar defendiendo sus derechos y libertades como parte de los beneficios de vivir en este país.
Los denunciantes son una espina en el costado de algunas personas, y personalmente me asusta cuando un niño va por el otro. Sin embargo, como adulto, creo que legitiman la denuncia que mantiene nuestro país y el mundo más seguro y que los americanos pueden hacer mucho por sí mismos aceptando esto como una forma, no diferente del activismo y la retroalimentación. Desafía las irregularidades y mantiene una sociedad en el camino correcto, al igual que a los valientes hombres y mujeres que se envuelven en la necesidad de ser más protegidos en casa.