Washington, 4 may (EFE).- Con 30 muertos y 6.300 infectados por coronavirus, las plantas procesadoras de carne de EE.UU. son foco de la pandemia, donde a empleados como Jesús no les da tiempo a taparse la boca cuando estornudan por miedo a enfrentarse a una acción disciplinaria si pierden la oportunidad de cortar o deshuesar al animal en unas líneas que van llenas.
“La gente se está quejando porque las líneas van muy rápido y las han llenado más. Antes venían dos pavos y un hueco, dos pavos y un hueco, pero ahora todo está repleto”, relata a Efe por teléfono Jesús, un hispano que pide usar un nombre falso por miedo a represalias.
Se queja de que su empresa, West Liberty Foods, dedicada al negocio de la carne de pavo, no dio mascarillas a los empleados hasta que no aparecieron los dos primeros casos de coronavirus a principios de marzo y asegura que los gerentes pidieron que se trajera de casa el jabón para las manos y el gel desinfectante.
El 7 de marzo, Jesús volvió enfermo a casa: “Yo salí de esa compañía con una gran fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta, dolor de huesos y escupiendo hasta sangre”, narra.
Ha dado negativo para el coronavirus SARS-CoV-2, pero está preocupado porque su esposa y sus dos hijos tienen fiebre y tos seca desde hace días, por lo que él está cuidando de su nieto de 1 año, el único que no ha mostrado síntomas y cuya voz se cuela de vez en cuando en la conversación telefónica.
TRABAJAR “CODO CON CODO” Y CADA VEZ MÁS RÁPIDO
El caso de Jesús no es una excepción, ya que la industria cárnica de EE.UU., casi un oligopolio, ignoró durante semanas cualquier recomendación de seguridad y obligó a sus empleados a seguir troceando pollo, cerdo y ternera “codo con codo”, sin ninguna distancia de seguridad, de acuerdo a cuatro trabajadores que han conversado con Efe.
Los cuatro, que pidieron usar un seudónimo, afirman que las ya duras condiciones de las plantas han empeorado con el virus: la producción debe ir más rápido, por lo que se les niega permiso para ir al baño, y se ha incrementado la velocidad de las líneas procesadoras.
Las plantas se han convertido en el caldo de cultivo perfecto para el coronavirus, que una vez que contagia a varios trabajadores se expande sin freno por la comunidad, como muestra el caso de la planta de Smithfield, en Dakota del Sur, con más de 500 casos confirmados y que ha transformado ese estado en un nuevo foco de infección.
Solo en el mes de marzo, el presidente de EE.UU., Donald Trump, otorgó 15 permisos a fábricas avícolas para que las líneas vayan más veloces y se procesen más pollos por minuto, a pesar de que grupos como Human Rights Watch (HRW) han advertido de que puede aumentar el riesgo entre los trabajadores de sufrir quemaduras y la pérdida de dedos.
TRABAJADORES VULNERABLES Y DESINFORMADOS
Según el Centro de Investigación de Política Económica, un laboratorio de ideas de Washington, el 51,5 % de los trabajadores de la industria cárnica son inmigrantes porque son los únicos dispuestos a ejercer oficios físicamente tan duros.
Las plantas suelen estar ubicadas en zonas rurales, tradicionalmente más conservadoras y donde el inglés es la lengua que se usa para las comunicaciones oficiales, por lo que algunos de los trabajadores apuntan a Efe que apenas han podido acceder a información sobre la pandemia o sobre ayudas económicas.
TRUMP OBLIGA A LAS PLANTAS A SEGUIR ABIERTAS, PERO NO HAY TRABAJADORES
Antes del coronavirus, sindicatos y organizaciones como National Employment Law Project (NELP) ya habían denunciado que la Administración de Trump había debilitado las pocas normas que existen para garantizar la seguridad y salud de los trabajadores de la industria cárnica.
Con la pandemia, el mandatario ha priorizado el suministro y esta semana emitió un decreto para obligar a las empresas a seguir operando, aunque muchas se han visto obligadas a cerrar porque los trabajadores están enfermos o se ausentan porque no se sienten seguros, explica a Efe Deborah Berkowitz, que lleva 40 años dedicada a la seguridad laboral de la industria cárnica, ahora como parte de NELP.
Beatriz Pascual Macías