Tepeojuma (México), 8 feb (EFE).- Tepeojuma, un municipio de unos 8.500 habitantes en el centro de México, está hoy poblado mayoritariamente por niños, mujeres y ancianos que reciben remesas de los hombres de la localidad que emigraron a EE.UU., reflejando la importancia de estas divisas para la supervivencia de millones.
Gloria Pavón Luna, madre de un migrante, compartió este sábado con Efe que desde hace 23 años su hijo se fue a Nueva York para buscar una mejor oportunidad de vida.
Tenía tan solo 16 años y emprendió este éxodo porque los recursos económicos no eran suficientes para sostenerlo a él y sus dos hermanos.
Durante todos estos años su primogénito ha trabajado en varios oficios. Actualmente lo hace en una mueblería, que es un trabajo más estable, y con ello recibe un pago del cual puede mantener a su esposa y dos infantes, así como apoyar a doña Gloria con el envío de 4.000 pesos mensuales (unos 214 dólares).
“Es que soy madre soltera. Mi hijo sufrió mucho, salió de la secundaría, luego se fue a los ocho días porque la verdad estábamos mal económicamente”, dijo la mujer, quien reveló que no fue hasta junio de 2019 que le otorgaron permiso de residencia en Estados Unidos.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, explicó este viernes que se estima que hay 36 millones de compatriotas en los Estados Unidos, entre nacidos en el país latinoamericano e hijos ya estadounidenses.
EL DIFÍCIL ADIÓS
Alondra Sosa Merino, hija de padre migrante, recuerda con lágrimas en los ojos el momento en que su papa cruzó la puerta, levantando la mano para decir adiós.
Sin decir una sola palabra, para que su hermano menor no se diera cuenta y no se complicara la decisión de irse a Estados Unidos, donde comenzaría una nueva vida. De eso han pasado 12 años en los que se han tenido que conformar con escucharlo o verlo por videollamadas.
Recuerda que la última frase de su papá fue que se iba a buscar un mejor futuro, para poderles brindar oportunidades de crecimiento y nos les faltara nada.
Se cumplió en buena medida lo prometido, pues en la actualidad ella estudia Pedagogía en el municipio cercano de Izúcar de Matamoros y esta por terminar la carrera profesional.
EL DIFÍCIL REGRESO
Griselda Torres Gutiérrez tuvo que truncar su sueño americano tras la noticia de que su madre estaba enferma. Por lo que dejó en Nueva York a su esposo y a su hijo mayor, quien actualmente es su apoyo económico tras el fallecimiento de su pareja sentimental.
Ahora, ella se dedica a hacer pizzas que aprendió a cocinar en el país vecino.
“Lo que yo he visto es que del año pasado y este han sido los peores, tal vez por el cambio de gobierno, o por las cosas como están incrementando (de precio). O por la falta de trabajo. (…) Desgraciadamente no hay el dinero para cubrir esa necesidad que nosotros tenemos. El día que nos llegamos a comer algo es cuando tú nos mandas algo”, dijo en un mensaje dirigido a su hijo.