Bogotá, 22 nov (EFE).- La sociedad colombiana lanzó al Gobierno un mensaje claro de que quiere un cambio de rumbo en su política económica y social que espera sea escuchado en la administración del presidente Iván Duque, donde hasta ahora no ha tenido eco.
Las multitudinarias manifestaciones del jueves en todo el país, lideradas por jóvenes y trabajadores, y sobre todo el prolongado cacerolazo nocturno en Bogotá, incluso frente al condominio donde tiene su residencia particular el presidente, muestran que más allá de colores políticos, el país ha cambiado.
“Debe interpretarse la voz de la sociedad civil reclamando sus derechos. El Gobierno nacional tiene que escuchar y dar respuestas adecuadas: es tiempo de grandeza para convocar a un consenso que conduzca a un gran acuerdo nacional con las organizaciones sociales y políticas”, manifestó el procurador general, Fernando Carrillo.
DESCONEXIÓN CON LA GENTE
El presidente, ajeno a la realidad, dio anoche una alocución al país para referirse a la protesta en la cual condenó, como era de esperarse, los actos vandálicos que se produjeron en Bogotá, Cali y otras ciudades, pero no dio señales de que esté dispuesto, al menos de momento, a abrir una vía de diálogo con los organizadores de las manifestaciones y con los partidos políticos.
“No era para hablar de la forma. Era para hablar del fondo”, criticó en Twitter el congresista Gabriel Santos, del Centro Democrático, sobre la alocución de anoche de Duque, de la que el país esperaba más y que hizo demasiado tarde, sobre las diez de la noche.
FALTA DE GOBERNABILIDAD
La convulsión social que vive América Latina parece no preocupar a una Administración que considera el mandato de las urnas suficiente para gobernar solo con los suyos, sin tener en cuenta que carece de mayorías en el Congreso para aprobar los programas bandera de Duque, lo que le crea además un problema de gobernabilidad.
Eso se refleja en la baja popularidad del Gobierno, que también es cierto enfrenta incluso desde antes de comenzar una feroz oposición de distintos sectores políticos, con lo cual la aprobación a la gestión de Duque ronda el 26 % en solo quince meses de mandato.
“La declaración presidencial fue excesivamente escueta, hay un llamado a la calma, pero no hay una mención al diálogo, ni a la mesa de concertación que estaban proponiendo los convocantes del paro”, dijo a Efe el analista político Mauricio Jaramillo Jassir, de la Universidad del Rosario, de Bogotá.
En opinión del experto, con la alocución de anoche “lo que uno ve es que hay un presidente que no entendió el mensaje” de la sociedad y por lo tanto no hizo propuestas concretas.
AGITACIÓN SOCIAL
Los disturbios continuaron este viernes en varios lugares del sur de Bogotá, aunque sin la magnitud de los ocurridos la víspera, y falta por ver qué tan dispuesto está el presidente a insistir en un gobierno sólo con los suyos.
Ya lo demostró a comienzos de este mes con ocasión de la renuncia de Guillermo Botero al Ministerio de Defensa, que buena parte del país pensaba que abriría espacio para otros partidos en el gabinete para tener más gobernabilidad, pero el presidente optó nuevamente por un representante del uribismo puro y duro.
Jaime Ortega Carrascal