Washington, 24 ago (EFE).- El presidente de EE.UU., Donald Trump, dejó a su país desorientado después de una frenética semana que terminó con fuertes caídas en la bolsa debido a la escalada en la guerra comercial con China, mientras crecen los temores de una posible recesión provocada en parte por su política proteccionista.
Estados Unidos despertó este sábado con su jefe de Estado a miles de kilómetros de distancia, pero con una sensación parecida a la resaca tras un viernes en el que el mandatario insultó a la Reserva Federal, anunció dos subidas arancelarias a China y ordenó a las empresas estadounidenses que abandonen el gigante asiático.
Trump, que aterrizó este sábado en Biarritz (Francia) para participar en la cumbre del G7, lleva días combatiendo las alarmas sobre una posible recesión que comenzaron a sonar la semana pasada, cuando se registró en el mercado de la deuda del Estado una “curva invertida” de rentabilidad.
De hecho, el mandatario recurrió hoy a su cuenta de Twitter para prometer que, si logra la reelección en 2020 y los republicanos logran controlar ambas cámaras del Congreso, una de sus primeras medidas será “aprobar un gran recorte a los impuestos de las rentas medias”.
Pero mientras Trump reparte promesas y repite que no hay de qué preocuparse, algunos de sus asesores están inquietos por la posibilidad de que la volátil reacción del mandatario a los cambios en la economía pueda agravar la situación, según informa hoy el diario The New York Times.
Eso podría privar a Trump de la que los republicanos consideran su mejor baza para lograr la reelección el año que viene: la robusta economía que le ha acompañado desde que llegó al poder en 2017.
Uno de los gestos que más preocupación ha generado fue su “orden” de este viernes a las empresas estadounidenses de “buscar una alternativa a China, incluida la posibilidad de traer sus compañías de vuelta a CASA y elaborar su productos en EE.UU.”.
Mientras economistas, presidentes de grandes compañías y medios de comunicación trataban de descifrar el posible impacto de esa exigencia emitida por tuit, Trump dio una pista sobre cómo podría ejecutar esa medida: mediante la ley estadounidense de poderes económicos en emergencias internacionales, aprobada en 1977.
Esa ley podría permitir a Trump evitar transferencias futuras de fondos a China, pero para ello tendría que declarar antes “que existe una emergencia nacional” relacionada con ese comercio, explicó una profesora de Derecho y comercio en la universidad de Georgetown, Jennifer Hillman, al diario The Washington Post.
El Congreso tendría el poder de anular esa declaración, e incluso si no lo hiciera, la orden de Trump seguiría sin “tener autoridad sobre todas las inversiones estadounidenses que ya se han hecho en China”, puntualizó Hillman.
Trump también podría espolear un éxodo de algunas compañías de China mediante un aumento todavía mayor de los aranceles a los productos chinos, o negándoles la participación en contratos federales, según expertos consultados por el Post.