Asunción, 1 sep (EFE).- El sector gastronómico paraguayo mantiene la esencia de la gastronomía guaraní y de los ingredientes de la tierra al mismo tiempo que comienza a responder a consumidores más curiosos y exigentes que buscan nuevos sabores y que se atreven a probar nuevas recetas, como quedó patente en la feria Paladar.
Los olores de la parrilla, con el tradicional asado paraguayo, recibían al visitante que en esta feria gastronómica también podía degustar platos vegetarianos, sabores mexicanos, vinos franceses o innovaciones heladeras, entre la amplia carta en la que se convirtieron los expositores.
Paladar celebró este año su cuarta edición, una muestra de que la sociedad “quiere pasar por la experiencia y celebrar la gastronomía paraguaya”, como comentó a Efe el director de contenidos de la Feria, Esteban Aguirre.
Los organizadores esperan que este año vuelvan a dar su voto de confianza a la gastronomía paraguaya unas 17.000 personas, si se sigue la tendencia de crecimiento mostrada en los eventos anteriores, aunque Aguirre se conforma con llegar a 15.001, uno más que en 2017.
Al repasar las últimas ferias, Aguirre percibe una evolución del consumidor, que ahora muestra “paladares más curiosos o expeditivos”, pero al mismo tiempo observa que falta desarrollar una educación gastronómica por parte de los clientes y los restauradores.
“Estamos pasando por una fase adolescente de la gastronomía”, apuntó, y añadió que el sector “está atravesando por ese momento de cambio donde tiene que construir un puente narrativo y una unión con el comensal”.
Sin embargo, los restaurantes y emprendimientos gastronómicos paraguayos carecen de datos sectoriales para saber qué ingrediente de su carta, de su atención o de su gestión no convence al cliente.
“Si no logramos de juntar al rubro, no vamos a ver una salud económica en la gastronomía y nos alejamos del sueños de posicionar esa cocina que llamamos neoguaraní”, lamentó Aguirre, que desde Paladar está trabajando con otras empresas en recopilar datos sobre el sector en Paraguay.
En su opinión, el toque que no puede faltar es “la hospitalidad de los paraguayos” y volver “a la cocina de barrio para conocer a la clientela”, eso aderezado con una ruptura del ‘koygua’ (término guaraní para referirse a la timidez) en la cocina.
Ese fin del miedo a arriesgar quedó demostrado en la veintena de expositores que atraían a la vista y al olfato de los visitantes con sus platos.
Las planchas y los fogones preparaban desde lomito o surubí hasta hamburguesas vegetales, con cerveza artesanal local o caldos franceses para acompañar.
Tampoco faltaron los postres, con dulces veganos, helados o piruletas de flores.
Estas compartían mesa con tortas recubiertas de un aparente fondant blanco, con el que engañaban al ojo del comensal, porque su interior contenía verduras.
“Las ‘salad cakes’ son una nueva forma de comer ensalada. Es una torta de ensalada, todo salado, también la cobertura, y utilizamos flores, microgreens y champiñones”, compartió con Efe Mika Nishijima, de la empresa Moyashi, comercializadora de brotes de soja.
Nishijima vivió su primera experiencia como expositora en esta feria que le está sirviendo para compartir “la forma sana y saludable de comer”.
Su apuesta vegetal no era la única de esta edición, en la que el restaurante Kehesto se presentó con una gama de “comida basada en proteína vegetal” que despertó el interés de bastantes visitantes.
Paladar también se antoja como una oportunidad para catar delicias de otros países que ya han establecido un mestizaje con los alimentos locales.
Musiu, fundado por inmigrantes venezolanos, llevó a esta feria una muestra de su “menú tradicional, con un poco de cocina de autor y algunas cosas venezolanas”, como resumió Fauzi Antakli, uno de los propietarios.
Las apuestas seguras tampoco faltaron en esta edición para darse a conocer entre los clientes más jóvenes, como manifestó a Efe el encargado de alimentos y bebidas de La Preferida, un restaurante con 70 años de historia en la capital paraguaya.
La organización de Paladar estima que la feria mueve unos 340.000 dólares (2.000 millones de guaraníes) en el mercado gastronómico.