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La igualdad salarial, un tema pendiente para mujeres trabajadoras de EE.UU.

Millones de trabajadoras de Estados Unidos esperan el día que las autoridades tomen medidas para acabar con la discriminación salarial que padecen respecto a sus colegas varones, más acusada en hispanas y afroamericanas, algo que ya ha prometido hacer uno de los dos candidatos presidenciales.

En un año electoral como lo es 2016 la lucha de las mujeres por tener un salario igual al de los hombres que realizan las mismas tareas que ellas tiene siempre más eco. Pero, además, en esta campaña la demócrata Hillary Clinton, primera mujer nominada a la Presidencia de EE.UU. por un partido político mayoritario, ha prometido tomar cartas en el asunto.

“Son más de treinta años trabajando duro, tomando clases y capacitándome para ascender de posición y lo logré, pero que tristeza (sentí), porque el salario no subió como el de mis compañeros hombres”, dijo a Efe Lourdes Acevedo, de 58 años y ascendencia puertorriqueña. Aunque las autoridades estatales y federales han tratado de imponer la igualdad salarial entre géneros y razas, la brecha se mantiene.

Un reciente estudio del Centro de Investigaciones Pew mostró que entre las mujeres, de todas las razas y grupos étnicos, los ingresos por hora son inferiores al de los hombres blancos o los de su propio grupo étnico.

Cuando Acevedo comenzó a trabajar para el Departamento de Transportes de la Ciudad de Nueva York en 1983 la desigualdad en el salario no era una de sus preocupaciones, pero después de décadas de esfuerzo, estudio y experiencia acumulada se dio cuenta que un hombre blanco joven fue contratado con casi el doble de su salario.

“Ese hombre hacía mi mismo trabajo, le pagaban más de $100,000 al año y ni siquiera sabía manejar programas básicos de computador, apenas hizo la high school (preparatoria)”, advirtió.

Al otro lado del país, Rosa Elvira, quién no quiso revelar su apellido, trabaja en un centro médico en el sur de California y dice que ha visto cómo varios de sus compañeros de trabajo han sido ascendidos y mejorados en sus remuneraciones, mientras ella sigue en el mismo puesto. “Yo los entreno, hasta me dicen que soy como la mamá, y desde que los contratan vienen con mejor dinero”, aseguró.

El problema salarial aumenta entre las hispanas y afroamericanas. En los últimos años las mujeres blancas y asiáticas han reducido la brecha salarial con respecto a los hombres blancos. Por ejemplo, en 2015 las mujeres blancas lograron ganar 82 centavos por cada dólar de un hombre blanco, mientras las hispanas ganaban sólo 58 centavos de dólar, tan solo 5 centavos más que en 1980.

Para Oscar Ramírez, abogado experto en leyes laborales en Los Ángeles, las poblaciones más vulnerables a este tipo de discriminación siguen siendo las minorías.

Las trabajadoras agrícolas indocumentadas son presa fácil de empleadores que saben que tienen miedo de ser deportadas, además las inmigrantes también tienen barreras con el idioma y desconocen sus derechos.

Otra de las advertencias preocupantes de Ramírez es que las discriminación salarial puede perseguir a una mujer a lo largo de toda su carrera y nunca lograr cerrar la brecha.

El abogado pone este ejemplo: John obtuvo un salario de 100,000 dólares y María 60,000 realizando el mismo trabajo en su antiguo empleo. Si ambos decidieran buscar un empleo nuevo, el hombre podría pedir 110,000 dólares y obtener un 10 % de aumento en su sueldo, pero si María pide los mismos 110,000 a su nuevo empleador, se arriesga a ser percibida como una mujer codiciosa.

“Si una mujer ganaba menos en su trabajo previo tendrá más dificultades para negociar una compensación más alta que su pares varones”, indica Ramírez.

La injusticia en el salario impactó la familia de Acevedo. La boricua asegura que si hubiera recibido el sueldo justo habría podido apoyar a su hijo para culminar sus estudios universitarios.

La historia se repite en el caso de Rosa Elvira, (48 años) quién es madre soltera de dos hijas, a las que no ha podido respaldar como ella quiere. “Parece que por ser mujer fuéramos menos, espero que la mentalidad de toda la sociedad cambie y que por fin nos defiendan”, asegura.

La discriminación a las mujeres se da incluso en puestos ejecutivos y de alto nivel. Una corte de California escuchó el mes pasado la demanda colectiva de alrededor de 300 abogadas contra Farmer Insurance, una de las tres aseguradoras más grandes del país.

Lynne Coates, quién encabeza la queja, descubrió en una conversación con un colega con menor experiencia que él ganaba dos veces su salario, por lo que decidió plantear la querella y cientos de profesionales de esa compañía se le unieron.

Según la abogada Lori Andrus, representante legal de las demandantes, la mejor manera de corregir este problema es entablar demandas contra las compañías que se niegan a cumplir con la ley.

“Si las empresas se ven obligadas a hacer frente a la desigualdad en sus filas ante un juez y un jurado, tal vez podemos nivelar el campo de juego”, opinó.

Las 300 mujeres que demandaron a Farmers Insurance lograron un acuerdo y una compensación. Pero lograr que las hispanas inicien querellas legales es muy complicado según Ramírez, porque tiene miedo a perder el empleo.

“Yo no me he querido quejar, porque estoy segura que me van a sacar y tampoco hay dinero para contratar un abogado”, explica Rosa Elvira. “Yo espero que por fin entiendan que el trabajo de las mujeres y de las latinas en particular debe ser valorado como el de los hombres” concluyó.

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