Por Ernesto Garibay Mora, Corresponsal desde Aguascalientes, México
La lucha postelectoral en México se encuentra en un nivel de mediocridad como pocas veces en la historia se ha visto; la izquierda, encabezada mesiánicamente por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), argumenta y presenta probables pruebas, no sólo de la compra de votos, también de un posible financiamiento ilícito en la campaña de Enrique Peña Nieto (EPN), que por otra parte éste ha sido felicitado por una gran cantidad de mandatarios y ministros, dándole de alguna manera, el Fiat como vencedor en las pasadas elecciones. Sin embargo, aún falta la determinación de los tribunales correspondientes para rectificar o ratificar el procedimiento del 1 de julio.
Mientras tanto algunas organizaciones, grupos y simpatizantes en general de AMLO, pretenden presionar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para que invalide las votaciones que, según su perspectiva, fueron violatorias a la legislación mexicana. Ahora bien, ¿los argumentos que expone la izquierda tienen fundamento? No en términos objetivos.
En primera instancia, AMLO, no discutió la existencia de un fraude, sino más bien una inequidad en las elecciones, es decir, que EPN había superado en mucho los gastos permitidos por ley, sostuvo la idea de que las televisoras mexicanas, Televisa y TV Azteca (principalmente la primera) trataban de imponer en la presidencia de la república al abanderado priista, arguyó el desvío de fondos públicos de gobiernos estatales al financiamiento de la campaña peñista.
Días después izó la bandera de inconsistencias en las actas electorales finales donde daban como virtual ganador a EPN con el 38.21%, dejando a AMLO en el segundo sitio, con muy cerca del 32%, 31.59% para ser más exacto. Una vez más perdía la elección presidencial, pero ahora con un porcentaje mucho mayor que en 2006 que fue menos del 1%, en donde sí cabía la posibilidad de recuento voto por voto y casilla por casilla.
Bajo el argumento de inconsistencias en algunas actas distritales, se abrieron y recontaron casi la tercera parte de las urnas en 19 entidades federativas, obteniendo como resultado una variación casi insignificante en los porcentajes. No obstante, AMLO insistió que el PRI había comprado votos a través de una cadena de tiendas departamentales y poco después dijo que en la campaña peñista se había utilizado dinero ilícito, provocando con ello un revire en las acusaciones y el PRI argumentó que se investigara el financiamiento de AMLO, no sólo durante el proceso electoral reciente, sino desde que dejó el gobierno del Distrito Federal.
Ahora bien, brevemente analicemos los siguientes puntos: AMLO públicamente reconoció que aceptaría los resultados de las votaciones, hecho que no cumplió. En la elección anterior (2006) el porcentaje entre Felipe Calderón y él, fue de tan sólo 0.59%, esa diferencia permitía la suposición de una victoria del tabasqueño, pero en ésta elección EPN lo superó con 6.62%, es decir, prácticamente incuestionable, por eso mismo el propio AMLO no habló en primera instancia de un fraude, sino de una inequidad en el proceso.
Con encono sostuvo que el PRI había comprado votos a través, como ya lo mencioné, de tarjetas electrónicas de una tienda departamental; habría que recordarle que el voto es secreto, y si existió compra o no, es decisión del elector emitir su sufragio para el candidato que él considere, en ese orden de ideas, todos los partidos políticos, sin excepción, previo a las campañas y durante éstas, otorgan despensas, ayuda económica y en especie, etc., es decir, se valen de las necesidades apremiantes de la población para promover el voto a su favor o, si se quiere, compran votos, pero lo que desconocen o no quieren aceptar los candidatos y sus organizaciones, es que la población acepta lo que les den ya que, según miles de testimonios, el voto es secreto.
Es importante señalar que, como sistema del pasado, el PRD también se ha valido de compra de votos y voluntades, basta con hacer un recorrido por algunas asociaciones civiles (¿?) en el Distrito Federal, Michoacán, Zacatecas, etc., donde los gobiernos de izquierda han otorgado placas para taxis, licencias para bares, etc., con el objetivo de cooptar y estructurar cotos de poder. ¿Acaso se puede ignorar que en las instituciones de educación superior existen grupos de choque patrocinados económicamente por partidos políticos? Por ejemplo, Alianza Ganadora en la Universidad Autónoma de Guerrero; La Federación de Estudiantes del Sur en la UNAM o La Federación de Estudiantes Universitarios, etc., sólo por mencionar algunos.
De la compra de votos que AMLO no pudo sostener, pasó al financiamiento ilícito con dinero presuntamente proveniente del crimen organizado a EPN a través de la empresa Monex, hecho que provocó que el PRI exigiera el esclarecimiento del destino de 1,200 millones de pesos de la asociación Honestidad Valiente, A.C., que supuestamente fueron destinados a la campaña de AMLO.
Ahora bien, el tabasqueño sabe perfectamente que esa acusación difícilmente puede proceder, no sólo por lo tardado que resulta una investigación de esa índole, también porque la solidez de las pruebas y argumentos pueden debatirse, lo que retardaría asimismo la hipotética nulidad de los comicios, bajo ese esquema ha sugerido la asunción de un presidente interino que convoque a nuevas elecciones.
Toda esta estrategia de Andrés Manuel, hace suponer que sólo pretende llegar al poder por el poder mismo, pero argumenta que lo hace por la defensa de la democracia, por lo no imposición de las televisoras a favor de EPN, por convicción e ideología. Mientras tanto, el PRI y su abanderado, apuestan al cansancio, no de AMLO que históricamente pretende llegar a Los Pinos a toda costa, sino de las organizaciones y simpatizantes que lo apoyan.
Si quiere tener más información de Ernesto Garibay Mora, le puede enviar un correo electrónico a: egaribaym@yahoo.com.mx.