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La covid-19 en Brasil: un año de gestión caótica, 250.000 muertos y negacionismo

Decenas de pasajeros desembarcan del tren en la estación Luz hoy, en el centro de Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastião Moreira

Sao Paulo, 26 feb (EFE).- Un año después del primer caso de coronavirus, que fue además el primero de América Latina, la pandemia sigue fuera de control en Brasil, con 250.000 muertos y un presidente que se niega a reconocer su gravedad, mientras la nueva variante amazónica se extiende en silencio por el país.

Desde el 26 de febrero de 2020, cerca de 10,4 millones de brasileños han padecido la covid-19, aunque se estima que el número real es hasta dos o tres veces mayor.

Brasil es aún hoy uno de los focos globales activos de la enfermedad, el segundo país con más muertes y el tercero con más infectados, después de Estados Unidos e India.

La campaña de vacunación empezó a mediados de enero, más tarde que algunos de los vecinos de la región, y avanza a cuentagotas. Ha recibido la primera dosis apenas un 3 % de la población.

HOSPITALES AL LÍMITE EN GRANDES CIUDADES

Pero la pandemia sigue atizando el país. Las unidades de terapia intensiva de 17 capitales regionales están al borde del colapso, con más del 80 % de sus camas ocupadas.

Decenas de pasajeros desembarcan del tren en la estación Luz hoy, en el centro de Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastião Moreira

La situación, ahora, es preocupante en las regiones centro, sur y norte del país.

En el estado de Amazonas, que tiene la peor tasa de mortalidad del país, se sospecha que la nueva variante, bautizada como P.1, es uno de los factores detrás del caos en el que está inmersa esta región, que también tuvo que lidiar con la falta de bombonas de oxígeno.

Según la Fiscalía, al menos 50 personas murieron asfixiadas.

“Todo el mundo está en el límite”, dijo en la víspera Carlos Lula, presidente del Consejo Nacional de Secretarios Regionales de Salud.

Los profesionales sanitarios, agotados después de un año sin descanso, tienen hoy un mayor conocimiento de la dolencia, pero al mismo tiempo, sostiene Stucchi, se ha reducido la capacidad hospitalaria respecto a la primera ola y ha habido un “descuido” de los gestores políticos a la hora de proveer el material necesario para el tratamiento de los enfermos.

UN GOBIERNO INVESTIGADO POR SU GESTIÓN

Bolsonaro, que censura la imposición de cuarentenas y llegó a tildar la covid de “gripecita”, volvió a hacer campaña en la víspera contra del uso de mascarilla, en su tradicional transmisión a través de redes sociales.

A lo largo de la pandemia, el gobernante perdió a dos ministros de Salud, los médicos Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, por profundas divergencias sobre cómo enfrentar la covid.

Decenas de pasajeros esperan un tren en la estación Luz hoy, en el centro de Sao Paulo (Brasil). EFE/ Sebastião Moreira

El primero cayó por defender el aislamiento y el segundo por negarse a convertir en una política de Estado el uso de la cloroquina, un antipalúdico sin eficacia comprobada para la covid, pero que Bolsonaro defiende a capa y espada.

LA VARIANTE BRASILEÑA SE EXPANDE

Mientras, la variante brasileña continúa su diseminación por el país. El Ministerio de Salud asegura que es “tres veces” más contagiosa.

La llamada P.1. tiene más mutaciones en la proteína “spike”, de la que se vale el virus para penetrar en las células humanas, que las variantes originarias del Reino Unido y Sudáfrica.

Ya se han detectado casos de este nuevo linaje en 17 de los 27 estados brasileños, así como en otros países, que han optado por suspender temporalmente los vuelos procedentes de Brasil para evitar que esa nueva variante se disemine en sus territorios.

“La cepa más transmisible anda en Ferrari y la campaña de vacunación, en carroza”, alertó Mandetta en una entrevista al diario ‘Estadao’. El Ministerio de Salud, sin embargo, insiste en que “toda la población” será inmunizada este año.

Carlos Meneses Sánchez

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