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La terrible historia de una explosión causada por la pirotecnia en México

México es considerado como uno de los principales países fabricantes de pirotecnia en América Latina, debido a su alto consumo. En el país no existe ningún estado donde en las fiestas de cualquier índole no se usen “cuetes” o “palomas” (diversas formas de artesaní­a explosiva) para darle más importancia o alegría a la festividad. Sin embargo, este tipo de artefactos causa desgracias que van desde una simple sordera a una explosión producto de una negligencia.

La ciudad de Veracruz fue una de las ví­ctimas de estos desafortunados acontecimientos, donde la irresponsabilidad de las personas, la negligencia y la omisión de las autoridades ocasionó eventos que ahora marcan la memoria de su gente por la magnitud de la desgracia – una explosión en cadena de puestos ambulantes en las calles de la zona del mercado de la ciudad.

Zona de mercados convertida en cenizas

El 31 de diciembre del 2001, lo que debió ser una fecha de alegrí­a para los veracruzanos se convirtió en un día de luto. Un gran incendio provocaría la muerte de 29 personas en la zona de los Mercados Hidalgo y Unidad Veracruzana. Esta tragedia se recuerda con una enorme cruz y una placa con los nombres de las personas que perecieron, aunque se dice que fueron más víctimas que no pudieron ser reconocidas a causa de su enorme grado de calcinación.

La lista de los nombres de las ví­ctimas sirve como recuerdo sombrío. (Foto de Charlie Ramírez)

Han pasado 19 años de aquello que enlutó a un estado, y aún se percibe cada año mucho dolor entre los locatarios y vendedores ambulantes de la zona, por un accidente que pudo evitarse de haberse restringido la venta de pirotecnia. Antes de aquello, calles enteras del mercado se llenaban de puestos ambulantes, cada uno con mesas y bolsas repletas de pirotecnia, desde pequeños cohetes hasta peligrosos artefactos. Literalmente, una bomba de tiempo esperaba una tragedia.

En punto de las 18 horas se recibían las primeras llamadas de auxilio en la central de Bomberos de Veracruz, la Cruz Roja y la Policía Intermunicipal, donde la gente reportaba una explosión con personas heridas. Según los reportes, se trataba de un gran incendio provocado por los puestos ambulantes que comercializaban pirotecnia, los cuales se fueron prendiendo en cadena, puesto por puesto, hasta afectar locales establecidos, consumiendo una gran zona de las calles de Hidalgo y Juan Soto.

Parecí­a escenario de guerra, entre basura quemada, cuerpos de personas calcinadas y gente tratando de ayudar; bomberos y policías no daban crédito a la desgracia. Los espacios informativos transmití­an la tragedia en vivo por radio y televisión.

“Un día que de verdad quisiera no recordar nunca más, ver gente quemada, calcinada e irreconocible. Es lo más fuerte que he visto en mi vida y no se lo deseo a nadie. Pareciera que lo veo de nueva cuenta; ver a la gente desesperada corriendo, la confusión, gente buscando a alguien, los bomberos no podían controlar el incendio porque seguían las explosiones. Es lo más desafortunado que he pasado”, dijo Raúl Macedonio Morales, vendedor de frutas y verduras del Mercado Unidad Veracruzana, que sobrevivió la explosión.

Un mercado tranquilo alberga el recuerdo de la tragedia. (Foto de Charlie Ramírez)

“Lo triste fue ver las personas que sacaron de la tienda de ropa, asfixiadas, donde el dueño mandó bajar las cortinas para que no le robaran, dejando atrapadas a las vendedoras. Fue una muerte muy desesperante y triste. Las personas que sacaron calcinadas las cuales se las llevaron al SEMEFO en calidad de desconocidos y que no fueron reclamados por algún familiar. Un día muy terrible y que en particular la gente de aquí­ del mercado no olvidará nunca”, dijo Macedonio Morales.

La zona no volvió a ser la misma. Los siguientes años se produjo una reducción evidente en la venta de estos explosivos. Incluso la reconstrucción de la zona llevó a que los puestos dejaran de ponerse en la calle. Pero esto duró solo unos cuantos años. Desafortunadamente, la venta de explosivos continuó y actualmente sigue.

En la clandestinidad es común ver “chispitas”, luces de bengala y chifladores; si se buscan bien pueden encontrarse explosivos más complejos como las “palomasæ (triángulos hechos a base de periódico y con pólvora en su interior) de gran tamaño, cañones (tubos de papel con pólvora apretados) y los tí­picos “cuetes” (rollitos de papel con pólvora). Los precios varían, ya que se venden desde los $10 hasta los $100 pesos por explosivo según el tamaño, lo cual implica un enorme riesgo para quien los compra.

¿Les esperará otra tragedia, tal vez peor, en este mercado de Veracruz?

(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)



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